Nicolas Katz, educación judía y fútbol. | La Agencia JudíaNicolas Katz, educación judía y fútbol.
Familia unida en Israel sonriendo

Nicolas Katz, educación judía y fútbol.

Septiembre 2020

Yesh li Eretz Ajeret
La tranquilidad, la calidad de vida que tenemos es magnífica. Enfrentamos los problemas y obstáculos con paciencia, respirando y apoyándonos siempre en la gente que está dispuesta a ayudar (que es mucha), llenando día a día esas páginas de esta nueva historia.

Esta historia comienza a principios del 2020, la pandemia del Covid 19 tiene a todo el mundo congelado y en shock… pleno de incertidumbre.

En casa retomamos aquellas pláticas del 2018, en donde veíamos cualquier tipo de posibilidades para continuar con nuestra vida familiar fuera del país que nos vio crecer y que, al mismo tiempo, sentíamos que se empezaba a desmoronar a partir de las últimas elecciones.

Después de varios meses de evaluaciones, conversaciones, debates y puntos de comparación, decidimos que la mejor decisión para nosotros, como familia, era hacer aliá. Iniciamos con el proceso… largo, complicado y en algunos momentos desesperante (además, todo a la mitad de la pandemia), pláticas con las organizaciones, notarios, dar la noticia a nuestros amigos, a nuestra familia y faltando unos meses para el viaje, explicarle a nuestra hija de 5 años, sobre este cambio que haríamos todos juntos.

Las muchísimas despedidas, que en realidad nos hicieron reencontrarnos con mucha gente que dejamos de ver en la pandemia. Y empacar… ¿cómo empacas toda tu vida en tan solo 9 maletas?
El aeropuerto: el primero de tres, lágrimas, palabras de aliento, porras y la más difícil despedida de todas. El segundo aeropuerto: vacío, todo cerrado, trámites de Covid. El tercero y último: LA LLEGADA, el respiro, la felicidad, el jet lag.

Y ahora sí, ¡COMENZAMOS A ESCRIBIR EN UNA PÁGINA EN BLANCO!

10 días en aislamiento en Jerusalén, 2 cuartos conectados, 2 baños y bombardeos desde Gaza (nuestra gran bienvenida). Llegamos a la hermosa ciudad de Karmiel, en donde nos recibe en el Merkaz Klitá un montón de gente, un montón de niños. Unos días después, nos invita la municipalidad a pasar el día en la piscina municipal.
Los trámites: fáciles, rápidos, ¡todo gracias a Klaris!

Y así, nos empezamos a enamorar poco a poco de esta ciudad. Naomi (todavía de 5 años), nos empieza a pedir en hebreo las cosas; cuando llegamos no sabía ni una sola palabra, así que nosotros lloramos de la felicidad. Ulpan, actividades de verano en la ciudad, recorriendo el país en tren, citas médicas, entendiendo el banco, conociendo a nuestros nuevos amigos que eventualmente se convertirían en nuestra familia.
Pasan 3 meses, encontramos un departamento y adiós Merkaz Klitá. Encontramos trabajo, las cosas se empiezan a acomodar más. Le hablamos a todos nuestros contactos, familiares, buscamos mejores oportunidades y poom! Algunas funcionan, otras no. Pero nosotros continuamos con nuestro mantra, FLUIR, HAY QUE FLUIR.
Vamos conociendo a más personas, nos vamos involucrando cada vez más en las diferentes actividades que hay en la comunidad latina y en la ciudad. El hebreo empieza a fluir. Naomi hace más y más amigos, habla más y más hebreo.

Y es increíble cómo pasa el tiempo. Hace ya más de 2 años que estamos aquí y podemos decir con certeza, que ésta fue de las mejores decisiones que hemos tomado.
Ahora, nos encontramos en el momento más estable de nuestras vidas. Naomi, a punto de comenzar kitá guimel (3er grado), clases de inglés y de natación o kung fu o hip hop o danza o lo que sea que decida. Ari, casi 2 años como encargado de operaciones y logística para la empresa Amiad, teniendo clientes de América Latina, Turquía, Rusia y más. Liat, tuve la fortuna de entrar a la municipalidad como coordinadora del programa de liderazgo para jóvenes olim y ahora me encuentro ayudando a los nuevos olim que llegan a la ciudad.
La tranquilidad, la calidad de vida que tenemos es magnífica.

Enfrentamos los problemas y obstáculos con paciencia, respirando y apoyándonos siempre en la gente que está dispuesta a ayudar (que es mucha), llenando día a día esas páginas de esta nueva historia.

Después de todo este tiempo, nos damos cuenta, cada vez más, que Israel es nuestro hogar. Ein li Eretz Ajeret.

Esta historia comienza a principios del 2020, la pandemia del Covid 19 tiene a todo el mundo congelado y en shock… pleno de incertidumbre.

En casa retomamos aquellas pláticas del 2018, en donde veíamos cualquier tipo de posibilidades para continuar con nuestra vida familiar fuera del país que nos vio crecer y que, al mismo tiempo, sentíamos que se empezaba a desmoronar a partir de las últimas elecciones.

Después de varios meses de evaluaciones, conversaciones, debates y puntos de comparación, decidimos que la mejor decisión para nosotros, como familia, era hacer aliá. Iniciamos con el proceso… largo, complicado y en algunos momentos desesperante (además, todo a la mitad de la pandemia), pláticas con las organizaciones, notarios, dar la noticia a nuestros amigos, a nuestra familia y faltando unos meses para el viaje, explicarle a nuestra hija de 5 años, sobre este cambio que haríamos todos juntos.

Las muchísimas despedidas, que en realidad nos hicieron reencontrarnos con mucha gente que dejamos de ver en la pandemia. Y empacar… ¿cómo empacas toda tu vida en tan solo 9 maletas?

El aeropuerto: el primero de tres, lágrimas, palabras de aliento, porras y la más difícil despedida de todas. El segundo aeropuerto: vacío, todo cerrado, trámites de Covid. El tercero y último: LA LLEGADA, el respiro, la felicidad, el jet lag.

Y ahora sí, ¡COMENZAMOS A ESCRIBIR EN UNA PÁGINA EN BLANCO!

10 días en aislamiento en Jerusalén, 2 cuartos conectados, 2 baños y bombardeos desde Gaza (nuestra gran bienvenida). Llegamos a la hermosa ciudad de Karmiel, en donde nos recibe en el Merkaz Klitá un montón de gente, un montón de niños. Unos días después, nos invita la municipalidad a pasar el día en la piscina municipal.

Los trámites: fáciles, rápidos, ¡todo gracias a Klaris!

Y así, nos empezamos a enamorar poco a poco de esta ciudad. Naomi (todavía de 5 años), nos empieza a pedir en hebreo las cosas; cuando llegamos no sabía ni una sola palabra, así que nosotros lloramos de la felicidad. Ulpan, actividades de verano en la ciudad, recorriendo el país en tren, citas médicas, entendiendo el banco, conociendo a nuestros nuevos amigos que eventualmente se convertirían en nuestra familia.

Pasan 3 meses, encontramos un departamento y adiós Merkaz Klitá. Encontramos trabajo, las cosas se empiezan a acomodar más. Le hablamos a todos nuestros contactos, familiares, buscamos mejores oportunidades y poom! Algunas funcionan, otras no. Pero nosotros continuamos con nuestro mantra, FLUIR, HAY QUE FLUIR.

Vamos conociendo a más personas, nos vamos involucrando cada vez más en las diferentes actividades que hay en la comunidad latina y en la ciudad. El hebreo empieza a fluir. Naomi hace más y más amigos, habla más y más hebreo.

Y es increíble cómo pasa el tiempo. Hace ya más de 2 años que estamos aquí y podemos decir con certeza, que ésta fue de las mejores decisiones que hemos tomado.

Ahora, nos encontramos en el momento más estable de nuestras vidas. Naomi, a punto de comenzar kitá guimel (3er grado), clases de inglés y de natación o kung fu o hip hop o danza o lo que sea que decida. Ari, casi 2 años como encargado de operaciones y logística para la empresa Amiad, teniendo clientes de América Latina, Turquía, Rusia y más. Liat, tuve la fortuna de entrar a la municipalidad como coordinadora del programa de liderazgo para jóvenes olim y ahora me encuentro ayudando a los nuevos olim que llegan a la ciudad.

La tranquilidad, la calidad de vida que tenemos es magnífica. Enfrentamos los problemas y obstáculos con paciencia, respirando y apoyándonos siempre en la gente que está dispuesta a ayudar (que es mucha), llenando día a día esas páginas de esta nueva historia.

Después de todo este tiempo, nos damos cuenta, cada vez más, que Israel es nuestro hogar. Ein li Eretz Ajeret.

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